Asegurar la trayectoria educativa de los y las estudiantes con trastorno del espectro autista

El origen de la práctica tiene sus antecedentes en el año 2022, surge con el regreso a las clases presenciales, cuando docentes y equipo directivo evidencian el aumento de estudiantes con trastorno del espectro autista (TEA) en el establecimiento. Algunos de estos, presentaban desregulaciones que concluían en conductas problemáticas o crisis que irrumpían la estructura de la clase o los espacios de recreo. Estos episodios eran atendidos por docentes, asistentes de la educación y educadoras que no contaban con el conocimiento y las estrategias para poder enfrentarlos. A partir de diálogos pedagógicos, con el equipo docente, el equipo directivo decide responder a esta necesidad liderando la buena práctica que consiste en trabajar colaborativamente para la búsqueda de estrategias pedagógicas que aseguren la inclusión y trayectoria educativa de los y las estudiantes con mayores necesidades de apoyo de la escuela. El objetivo es que, a partir del desarrollo profesional de los miembros de la escuela, todas y todos los estudiantes que lo requieran, puedan ingresar y ser apoyados para mejorar su calidad de vida, fortalecer su relación con el entorno y asegurar su trayectoria escolar.