Seminario analizó el impacto y desafíos de un sistema de rendición de cuentas inteligente en educación
Muchos países suspendieron o reemplazaron las evaluaciones ante la emergencia por el COVID-19. En ese contexto, especialistas analizaron si este escenario es una oportunidad para repensar las evaluaciones y cómo puede ayudar un sistema de rendición de cuentas inteligente.
¿Ha sido la pandemia de COVID-19 una oportunidad para repensar las evaluaciones y la política de rendición de cuentas en educación? Esta fue una de las preguntas que se hicieron los y las panelistas del seminario “Nuevas miradas en aseguramiento de calidad y evaluaciones en educación”, organizado por el CIAE de la U. de Chile y C Líder Centro Asociativo para el Liderazgo Educacional.
El seminario contó con la participación de destacados panelistas internacionales y nacionales, quienes abordaron temas como la rendición de cuentas inteligente y nuevas evaluaciones que vayan acorde a los desafíos de una educación integral, inclusiva y de calidad.
“La pandemia ha cambiado cómo los países enfrentamos las evaluaciones”, explicó Melanie Ehren, profesora de la Facultad de Ciencias del Comportamiento y del Movimiento de la Universidad Vrije de Amsterdam, quien indicó que varios países cancelaron o reemplazaron los exámenes finales, lo que hace pensar si es tiempo de ver cómo evaluamos, para qué y las consecuencias de esas evaluaciones.
En ese sentido, explicó cómo se pueden utilizar las evaluaciones para una rendición de cuentas inteligente, que permite una mayor confianza y no dañar el rendimiento profesional. Esta rendición de cuentas inteligente tiene otro esquema de gobernanza, explicó Ehren, en el cual, por ejemplo, se da autonomía a los profesionales para autogobernarse. Se apoya su profesionalismo en beneficio del público y, en vez de estar castigando el fracaso, éste se aborda desde otro enfoque.
“La pandemia ha aumentado la necesidad de rendición de cuentas inteligente”, dijo Ehren, quien agregó que este tipo de rendición de cuentas promueve la confianza, lo que hace que “tengamos distintos niveles de información. Por ejemplo, para escuelas, directivos o legisladores” y con distintos niveles de responsabilidad.
Este tema también fue abordado por Jo-Anne Baird, directora del Departamento y profesora de Evaluación Educativa de la Universidad de Oxford, desde el punto de vista de la importancia de desarrollar el capital profesional, que es fundamental para el desarrollo de los sistemas escolares.
Bair detalló, en su presentación, algunas de las consecuencias no deseadas de lo que ella llamó la “sociedad de la auditoría”. Es decir, un sistema basado en la rendición de cuentas con inspiración neoliberal: estrechez de contenidos curriculares, des-involucramiento profesional, socavamiento de la capacidad profesional para autoevaluarse y para establecer agenda, y un impacto en cómo los estudiantes enfocan el aprendizaje.
En este sentido, explicó que la rendición de cuentas inteligente no cambiará el escenario, si se sigue trabajando con los supuestos subyacentes del neoliberalismo. Destacó que ellos están trabajando en un proyecto de rendición de cuentas inteligente, en el que trabajan en varias formas de rendición de cuentas, según el capital: el capital humano, donde vemos la educación como fuente de desarrollo económico y los individuos maximizan sus propios intereses; el capital social, con foco en la estructura de las relaciones entre las personas; o el capital profesional, donde se coloca el foco en la experiencia pedagógica, disciplinaria, de gestión, logística, etc. que los profesores pueden aportar.
“Hay muchas preguntas sobre cómo la rendición de cuentas puede ser aceptable en el espectro político. Quienes lo ven desde una perspectiva neoliberal, tienen problemas con la falta de confianza en los docentes; pero las ventajas podrían ser enormes, porque se podría desarrollar el capital profesional más allá de la competencia y de la desconexión de la profesión”, dijo Bair.
Por su parte, Louise Hayward, profesora de cultura, literacidad, inclusión y pedagogía de la Universidad de Glasgow, explicó que su país (Escocia) está cambiando a una forma más inteligente de rendición de cuentas y que en el camino están enfrentando desafíos. “Este cambio no es solo un cambio de políticas ni de sistemas. Es un cambio cultural, más allá del cambio en los sistemas”, indicó y agregó que este cambio “debe involucrar a los medios de comunicación, los profesores, los sistemas educativos, los padres y apoderados”.
Para lograr ese cambio cultural, en el proceso de diseño hay que considerar 3 niveles, explicó Hayward: “El cambio tiene que ganarse los corazones y las mentes, porque cuando hablamos de la integridad educacional la razón del cambio es acerca de mejorar el aprendizaje y que esto tenga evidencia en su calidad; lo siguiente, es la integridad personal y profesional, se alinea con lo que le importa a cada maestro, director, formulador de políticas, investigador. Los participantes tienen un papel importante en la construcción del programa, más allá de ser receptores pasivos de las directivas de las políticas. Finalmente, la integridad sistémica es importante para poder hacer todos estos cambios, tiene que haber una coherencia en todos los niveles del sistema, todas las políticas deben ir en la misma dirección y las comunidades deben tener una visión compartida”.
La evaluación en el país
El panorama de la evaluación y rendición de cuentas en el país fue abordado por la directora del DEMRE, Leonor Varas; y por el secretario ejecutivo de la Agencia de la Calidad, Daniel Rodríguez.
Varas explicó los cambios que ha tenido el proceso de admisión a las universidades, partiendo por la gobernanza del sistema y los cambios en las pruebas, que fueron sugeridos por un comité de expertas.
También, explicó hacia dónde debe progresar el sistema de admisión, en aspectos como que todas las pruebas evalúen competencias, incorporando más pruebas al año, cambiando la metodología de cálculo de puntaje. “Más y mejores pruebas, más pertinentes, más inclusivas, más debate. Un sistema de acceso más flexible que acoja la diversidad”, sintetizó.
Por su parte, Daniel Rodríguez, presentó los desafíos del sistema de aseguramiento de la calidad ante la crisis del COVID. Destacó que el primer ciclo de aseguramiento de calidad se cumplía en 2019. De modo que, en ese periodo, correspondía la evaluación del sistema y las primeras escuelas que debían cerrar. “Pero llegó la pandemia y la crisis política, que restableció la relación entre el Estado y los ciudadanos, lo que los obligó a repensar el sistema de aseguramiento de la calidad”, finalmente agregó que el sistema mostró reacciones ante las posibles consecuencias, generándose movilización ante un posible cierre.